La compañera Rosario Murillo tras finalizar el acto del 41 aniversario de la Cruzada Nacional de Alfabetización destacó que la epopeya de la alfabetización en Nicaragua fue un aprendizaje mutuo que hizo posible el encuentro entre el campo y la ciudad.
«Clase de epopeya la que ha venido librando nuestro pueblo a través de los años y en particular queremos hablar de la alfabetización que hizo posible el encuentro entre el campo y la ciudad y un encuentro de aprendizaje mutuo, aprendimos muchísimo y sobre todo aprendimos a valorar quienes llegábamos de las ciudades a valorar al campesino, al trabajador del campo, a las familias que en medio de aquella terrible pobreza que habíamos heredado de 45 años de dictadura promovida y afianzada todos los días por el imperialismo yanqui, en medio de esa pobreza eran alegres, eran honrados, eran trabajadores y transmitían alegría, transmitían capacidad, fortaleza, fe y esperanza», dijo.
«Yo decía esta mañana que viendo las fotografías de la Cruzada, de la salida de los muchachos y muchachas y de los encuentros en las viviendas humildes del campo y de las comarcas en las zonas urbanas nos nutríamos nuestro corazón agradecido a Dios en primer lugar porque nos ha permitido vivir todas esas experiencias que son experiencias victoriosas de nuestras convicciones de cristianismo, de bien común, de solidaridad, compartir el pan de la enseñanza, el pan de la cultura. No hablo de la cultura en el sentido de identidad y de valores, sino de esos, que como decía el Comandante nos defiende porque tener mayor conciencia de nuestro valor de lo que somos», sostuvo.
La compañera Rosario resaltó que tenemos educación, tenemos aprendizajes, tenemos dignidad y por lo tanto no permitimos que nos humille nadie.
Hoy a 41 años de esa gesta y hoy, cada día una gran gesta porque nosotros vemos y sentimos los prodigios, los milagros que Dios derrama sobre Nicaragua, en primer lugar el amor y las enseñanzas del amor y el afán de vivir tranquilos, como merecemos, trabajando y prosperando con respeto entre todos y promoviendo el bien, con odio nunca más, mientras el Comandante hablaba de lo que nos ha tocado vivir a todos decíamos, nosotros orgullosos de nuestro país, orgullosos de nuestro pueblo, orgullosos de nuestra historia».
«No podemos ni pueden avergonzarnos, ¿de qué?, ¿nos van a avergonzar de semejantes gestas heroicas- históricas? No, avergonzados están otros, los que con tanto poder, según ellos en el mundo, se atrevan a decir- nos sentimos orgullosos de humillar, de aplastar, nos sentimos orgullosos-así dicen- orgullosos de humillar y de aplastar«.
«Nosotros nos sentimos orgullosos de ser gente de bien, de buena voluntad, familias y personas de convicciones, de cristianismo, de solidaridad, eso es lo que aprendimos de nuestros mayores en nuestras familias, a vivir con la esperanza y la fe de Cristo Jesús y de eso nos sentimos orgullosos».
Con odio nunca más, el odio destruye y destruye en primer lugar al que lo profesa
La Vicepresidenta de Nicaragua, compañera Rosario Murillo, reiteró la vergüenza que deben sentir, algunos los que serán recordados, «unos pocos, unos cuantos, en las páginas de la historia como vendedores de la patria, como comerciantes de la dignidad nacional como esperpento, que han promovido terror, tinieblas, tiempos tenebrosos de los que ya salimos y no volverán nunca más, ese es el compromiso que tenemos los nicaragüenses, con odio nunca más, tinieblas nunca más, la luz ha vencido la oscuridad y eso ha sido proclamado por el mismo pueblo que con palabras y hechos sencillos, contundentes, cotidianos va generando una nueva Nicaragua, una Nicaragua donde nos reunimos alrededor del amor, del trabajo de la estabilidad y de la seguridad, seguridad cotidiana, soberana, ciudadana y seguridad en nosotros mismos en lo que queremos como destino nuestro, lo que queremos como legado para nuestros hijos, para nuestros nietos».
«Queremos heredar una Nicaragua de más y más amor conviviendo tranquilamente en concordia y haciendo de nuestra fe, y nuestras convicciones nuestra cultura de familia, de comunidad nuestros emblemas, nuestras banderas de futuro».
Afirmó que en Nicaragua «somos un pueblo digno, orgulloso de nosotros mismos, orgullosos de nuestra historia, vergüenza para los que no comparten habiendo nacido aquí los pocos que desgraciadamente todavía quedan ciegos, sordos, mudos, impotentes también porque el odio genera impotencia, parálisis y sobre todo genera en los corazones que sufren esa enfermedad fatal creo yo que generan muchos sentimientos complicados y conflictuados y mucha frustración».
«Yo deseo a todas las familias de esta Nicaragua bendita que vayamos adelante como madres, como abuelos, como tíos como hermanos, como hijos, como jóvenes como mujeres, varones como familias, que vayamos adelante persiguiendo nuestros sueños y alcanzando nuestros sueños. Somos nicaragüenses por gracia De Dios llenos de orgullo, no conocemos vergüenza, la vergüenza es ajena, que se avergüencen los que reniegan de su condición de nicaragüenses y sobre todo los que reniegan de esta patria que nos ha visto nacer y que a todos nos corresponde hacer crecer en desarrollo humano, liberándonos de la ignominia, de la miseria de la indiferencia que también es odio».
«A todos los alfabetizados de ayer, de hoy porque continuamos alfabetizando, a los que ya no están, pero están, porque son héroes en nuestra historia, a todos sus familiares, a todos ellos mucho amor y la convicción de que Dios guía nuestros pasos de que vamos adelante», concluyó.